domingo, 25 de febrero de 2007

Carlos V en la memoria de Tornavacas

(Introducción)

Carlos V nació en Bélgica en el año 1500 y educado lejos de su madre, hija de los Reyes Católicos (Juana la Loca). Fue coronado emperador en Aquisgrán el 25 de Octubre de 1520. Era emperador de muchos reinos como España, Flandes… Decidió retirarse y morir en Cuacos de Yuste. Así pasó por Tornavacas y se alojó en una casa de este pueblo. Le llevaron en unas parihuelas por la sierra hasta Jarandilla. Cuando les dijo que pidieran lo que quisieran que él se lo daría, ¡lo que fuera! estos señores pidieron un pellejo de vino. No fue fácil su reinado porque le tocó como herencia ser Rey de España y él no se educó en este país y cuando vino a reinar en Castilla tuvieron muchas decepciones los castellanos con él, porque no entendían su idioma. Tuvo que reinar en unos años muy difíciles marcados por el hambre y las epidemias. Murió en 1558 en Cuacos de Yuste.

Relato

Carlos V venía desde Laredo. Viajaba en silla y pasaba por pueblos y ciudades. Tardaron 35 días y llegaron a Barco de Ávila.

Saliendo de Barco se encontraron con el Tormes. Iba muy crecido y arrastraba muchas piedras.

[ANTÓN GONZÁLEZ, PORTEADOR. Y SU MUJER]

- Hola, ya estoy en casa.

- ¿Qué tal estás? ¿Ya te han dicho que viene Carlos V?

- No lo sabía. No he oído al pregonero.

- Pues agárrate los pantalones que me han dicho que tú lo portarás desde Tornavacas a Jarandilla. También irá mucha más gente, a ti te tocará el descenso del puente romano hasta “por bajo” del collado de las Yeguas

- ¡Qué ilusión! No sabía nada de nada. No sé si podré dormir. Voy a decírselo a nuestro hijo.

- ¡Qué ilusionado está este hombre! Voy a terminar de hacer la comida… ¡Juaaaaaaan! Ven aquí ahora mismo y pon la mesa para la cena pues es muy tarde y te tienes que acostar.

- Mujer, déjalo que está muy ilusionado con lo que hará su padre.

- ¡Que ya son las doce!

Quedó a su familia sola en el palacio de Valladolid y se fue a Jarandilla con sus cuarenta alabarderos y unos cuantos porteadores. Pasando por diversos pueblos como Barco de Ávila y Tornavacas, diciendo que se retiraba…

[JUAN MENDEZ D´AVILA]

Juan Mendez D´Avila recibió una carta de Carlos V Rey de España como que llegaría el 11 de Noviembre a Tornavacas y se hospedaría en su casa. Recibida la carta, Juan contrató a sirvientas y cocineros porque él y su mujer querían que estuviese lo mejor posible ante tan ilustre visita. Empezaron haciendo una buena limpieza, no quería decir que estuviera sucio, pero la ocasión merecía mucho esfuerzo. Prepararon la habitación donde dormiría, sábanas limpias, toallas nuevas, colchas, mantas,… todo a punto. Juan por otra parte se encargaba de tener la leñera repleta para que en este día que se hospedaría Carlos V, no pasara frío y se llevara de Tornavacas una buena impresión. Su señora en la cocina ultimaba los últimos detalles. Ya que era 10 de Noviembre y al día siguiente llegaría la esperada visita. El menú era una cosa que le había quitado el sueño a la mujer de Juan pues ella quería quedar bien ante el Rey y mandó cazar unos buenos conejos que para entonces había bastantes por aquí, los cuales preparó con afán y esmero junto a otros muchos manjares. Juan Méndez sacó su mejor vino de la bodega y todo estaba ya listo. Juan y su mujer se acostaron aunque esa noche no pudieron dormir de tantísima emoción, mañana era 11 de Noviembre.

Pasaron por un arroyo muy estrecho, se encuentra hojas caídas en el suelo, al lado de una casa muy estropeada.

En el Ventorro Zamarro había una carroza tirada. Tenía a su lado dos perros muy bonitos. Uno blanco y otro negro.

Cerca del puerto vio unos robles grandes, a su lado un arroyo de agua transparente y cristalina que bajaba al pueblo. Decidió bajar a beber y como le gustó se llevó un par de redomas.

[MIGUEL, OTRO PORTEADOR]

A las 11 de la mañana el alcalde había dicho a Miguel que tenía que prepararse porque al día siguiente llegaba Carlos V. Miguel fue a casa y le dijo a su mujer:

- Mañana tengo que llevar al Rey Carlos V

- Pero ¿cómo que tienes que llevar al Rey?

- Pues sí, tengo que llevarlo.

- ¿Y hasta dónde?

- No lo sé.

Se fueron a cenar y a dormir pero como habían cenado mucho y muy rápido, a Miguel le dolía la barriga.

[HERNÁN MARTÍN DE ARRIBA, PESCADOR]

Esa mañana el alcalde mandó pescar truchas para el Rey. Al rato Hernán se fue a pescar truchas, pero en toda la mañana no pescó nada. Después de comer se fue otra vez a pescar, pero ahora con un amigo y en toda la tarde sólo pescaron 2 truchas. Más tarde se fueron al pueblo a llevarle las truchas a Juan para que se las prepararan al Rey.

Cuando llegó al puerto de Tornavacas paró a descansar y vio todo el valle con los árboles de hojas naranjas, amarillas… Vino un fuerte viento y las hojas volaron y se vio un atardecer precioso.

Bajó hacia el pueblo y vio una portera por donde corría un arroyo. Había castaños con todas las castañas en el suelo. Justo frente a la portera un conejo se atravesó por delante de ellos.

Vio castaños, robles, pinos… al lado de un arroyo al anochecer en medio de las montañas bajando para Tornavacas…

[ANTONIO DE LA PLAZA]

Por la mañana Antonio de la Plaza fue a pescar mandado por el alcalde. Estaba muy nervioso porque pescaba para el Rey. Le llevó 8 o 10 peces, pero no le bastaban, quería truchas, así que tuvo que volver a la tarea. Al final pescó una trucha de ocho kilos. Un regidor se aseguraba que pescaban las mejores truchas.

Estaba junto a un porteador hablando de la familia y, de repente, se cruzó un ciervo macho y le dijo al porteador:

- ¡Qué paisaje más bonito con esas bellotas y estas fuentes!

Pasó otro ciervo y dijo al alabardero mayor que le matase para que le cocinaran a la noche.

Cuando siguieron se encontraron un conejo y dijo:

- ¡Este para el postre!

[HERNANDO SYBILLA]

A Hernando Syvilla, al igual que a muchos hombres, lo nombraron portador de Carlos V para que fueran con él. Para él eso era un gran honor. Del entusiasmo que tenía llevaba dos días sin descansar, no se podía creer que iba a llevar al Rey. Sin duda ese viaje iba a ser maravilloso pero a su vez un poco duro.

Bajando el puerto, Carlos V vio una portera llena de castaños y ordenó coger un saco. Le vio el hombre de la finca y le dio 20 reales por el saco de las castañas. Luego vio unos conejos y ordenó matarlos para la cena. Llegó al pueblo y mandó a dos pescadores a pescar truchas. A otros cazadores que le cazaran jabalíes. Los pescadores le trajeron 11 truchas y los cazadores 2 jabalíes. A todos les dio su recompensa.

En la tarde de otoño, con el anochecer al caer, llegaron a un puente muy bonito. Nunca había tenido tanta agua y a su lado dos filas de castaños, una a la derecha y otra a la izquierda con las hojas de muchos colores y medio desnudos. Ese paisaje le encantó.

Paró a ver el atardecer. En un momento vino un fuerte viento, y todas las hojas del otoño, multicolores, se las llevó como si fueran plumas.

[PEPE, EL CABRERO]

Pepe, el cabrero, estaba en su chozo hacia las ocho de la noche cuando oyó una multitud de pisadas. Salió del chozo y vio desde allí un ejército, y con ellos un hombre montado en un caballo. El ejército y el hombre entraron en la calle Real de Arriba. Un señor regordete con un borrico iba a entrar en el callejón de los toros cuando pasaron por allí los soldados y entonces reconoció al hombre que iba con los soldados. ¡Era Carlos V! El buen hombre se arrodilló ante el Rey, y el burro se largó corriendo y rebuznando a la Plaza Nueva al ver tanta gente.

De los castaños caían erizos con el viento que corría y las ardillas se tiraban a por ellos. Los alabarderos miraban a los renacuajos que nadaban en el arroyo.

[UN PESCADOR]

De repente oyó unas trompetas atronadoras. Se giró y vio en medio de la caravana una silla enorme. Un hombre con una especie de altavoz mandó detenerse delante del pescador. En ese momento picó una trucha enorme, escamosa y resbaladiza. El Emperador, con cara de satisfacción, le dio tres reales.

Cuando cruzaron el Puente Cimero Carlos V se paró a ver cómo pescaba otro pescador unas truchas utilizando luces. Mientras, Juan Méndez y sus criadas estaban alborotados: que si poner la mesa, que si preparar la comida,… ¡Qué locura! Entonces llegó un pescador corriendo y les ayudó a preparar las cosas. Después se fue el pescador. En unos minutos entraría el monarca con sus soldados.

Dos preciosos caballos iban por una vereda de hojas amarillentas y rojizas. Iban en busca de hierba fresca y agua

[OTROS PESCADORES]

Pepe, Ramón y Gustavo pescaban debajo del puente. Cuando de pronto el agua y la tierra empezó a temblar. Los tres se salieron del río y un viejo Emperador se asomó. ¡Parad! Gritó Carlos V. El Emperador les observaba y ya estaba oscureciendo, entonces Gustavo le alumbró a la cara y su Majestad estuvo a punto de caerse de la silla. Los soldados bajaban corriendo a apresarle cuando de pronto Pepe pescó una trucha hermosa. Carlos V dijo: ¡Parad! ¡Esperad un momento! El Rey nunca había visto algo con tan buena pinta. Les encargó cinco para aquella noche. Pepe, Ramón y Gustavo obedecieron y se las tuvieron listas para la cena.

En la plaza de la iglesia, un fuerte viento iba hacia arriba, para Barco de Ávila. La ventisca arrastraba hojas de muchos colores, tierra mojada y arena seca.

[JUAN MÉNDEZ D´AVILA]

Juan Méndez y su mujer estaban preparando la casa. La sirvienta hacía la cena.

- Padre ¿cuándo viene nuestro Rey?

- Hoy a la noche, así que venga vete a las velas.

- De acuerdo, padre.

- Señor ¿puedo experimentar una cosa nueva?

- No.

- Juan, ¿ya has terminado de arreglar el comedor?

- Sí, mujer.

- Señora, he hecho los manjares más exquisitos.

- Vale, pero ahora nos tienes que ayudar a Juan y a mí porque no damos a vasto.

- De acuerdo, haré todo lo posible.

- Venga, no os enredéis a conversar. Nuestro hijo haciendo recados, yo trabajando y vosotras hablando…

- No, yo sólo le estaba diciendo que tenía que hacer…

De repente suena un golpe en la puerta.

- Traigo las velas más grandes.

- Muy bien hijo. ¡Creía que eras Carlos V!

- Hola hijo.

- Hola padre.

- Os noto nerviosos.

- Bueno es normal ¿no?

- Supongo.

- Ahora hay que preparar la habitación nuestra porque la del Emperador ya está preparada.

- Tú haz la cama.

- Si mi señor.

- Tú prepara la mesilla.

- Vale Juan.

- Y yo las lámparas.

- De acuerdo padre.

- Tendré que traer todas las mantas.

- Sí.

- Bueno ya está todo listo.

Doña Lola estaba asomada al balcón. Pasaron por allí muchos hombres en la oscuridad. Acercó un farol a ellos y vio en el medio a su monarca Carlos V. Llamó a su familia para que lo vieran y ellos se quedaron asombrados.

Se sentaron todos en la mesa para cenar. Primero tomaron unas truchas frescas. También tomaron vino, conejo y aceitunas. Lo que más le gustó fue un jabalí asado porque casi se lo comió él solito. Luego fueron chuletas de cabra y al final se comieron un pastel de cerezas dulce y sabroso.

- ¿Dónde está el baño? – Preguntó Carlos V.

- El segundo pasillo a la derecha – Le contestó Juan.

El Emperador estuvo allí diez minutos.

Paco estaba mirando por un roto de la puerta de Juan Méndez. Vio un ejército cenando y también a su rey. Se puso muy contento. Llamó a sus amigos y todos se pusieron a mirar, pero el perro de Juan Méndez los vio y salio detrás de ellos.

Más tarde se fueron a acostar.

[ANTONIO]

Antonio era un hombre muy voluntarioso. Se ofrecía a todo. Estaba todos los días para aquí y para allí. Era un hombre un poco pobre. Tenía dos burros para tirar de la carreta. Con ella iba a las fincas. El 11 de Noviembre Carlos V vino a Tornavacas. Unos cuantos hombres se ofrecieron voluntarios para llevar al Emperador hasta el collado de las Yeguas. Entre ellos estaba Antonio. Los otros eran amigos de él. La esposa de Antonio le decía:

- No te pongas nervioso.

- Pero, ¿cómo no me voy a poner nervioso? Mañana llevo a Carlos V.

- ¿Por dónde vais a ir? ¿Vais por los Pinos?

- No, vamos a ir por la Casa Blanca. Pero… ¿y si piso alguna china y me caigo?

- Que noooooooo. Es como cuando llevas al Santo, pero esto pesa más.

- ¿Tanto pesará el Rey?

- No, pero también lleváis la silla.

- ¡Vamos a dormir! ¡pronto hay que estar arriba!

- Duerme tranquilo.

La mañana siguiente Juan Méndez dijo a su hijo que acompañase al Emperador hasta Jarandilla y le contase todo sobre Tornavacas y cómo pescar truchas.

[PLAZA DE LA IGLESIA]

Muchos tornavaqueños, sobre todo los mozos, le esperaban en la plaza de la iglesia para llevarle al castillo de Jarandilla.

Tenían una silla de hierro que pesaba más o menos cincuenta kilos, en ella se sentó el Emperador.

Él saludó a todos y tuvo una corta charla con los portadores. Antes de irse les preguntó si estaban dispuestos a llevarlo.

Antonio había ido a la plaza. Desde allí le cogió hasta la Cruz.

Los porteadores eran siete mozos y un señor de sesenta y cinco años llamado Emiliano. Emiliano ya no podía más porque iba sudando. Un mozo le tuvo que ayudar porque si no se caía. La gente les decía:

- ¡Que podéis, venga!

Y Emiliano decía:

- ¡Que no podemos!

El camino era difícil y a veces caían un montón de piedras afiladas. Más allá, un vaquero cuidaba unas vacas negras y marrones.

Bajando por el camino, cerca del río, se fijó en una trucha muy grande que subía. Al lado cayó una castaña que significaba que el otoño ya estaba allí.

Al llegar al collado de las Yeguas, el Rey les ofreció lo que quisieran. Los hombres se decidieron y le pidieron un pellejo de vino.

Cuando llegaron estaban muy cansados y durmieron un poco. Luego Carlos V quiso oír misa. Después de eso le pidió al hijo de Juan que le explicara todo sobre la pesca de la trucha. El joven respondió lo mejor que pudo. Carlos V le dio las gracias y el joven volvió a Tornavacas.

Luego por el camino de vuelta Antonio decía:

- ¡No se me olvidará en la vida!, ¿y a vosotros?

- No, a nosotros tampoco.

Al llegar al pueblo la gente los animaba por el honor que habían hecho. La mujer de Antonio les decía:

- Sois unos héroes. ¡No ves como no pasa nada!

- Me lo he pasado muy bien y mira lo que me han dado: un pellejo de vino, pero ahora tengo que descansar.

Carlos V estuvo en el castillo de Jarandilla hasta que terminaron las obras en Yuste. Vivió allí unos meses y murió. A su entierro fueron muchos tornavaqueños y tornavaqueñas.

imágenes del relato

Algunas de las imágenes que incorporamos a nuestro trabajo fueron instantáneas del recorrido que hicimos por el pueblo. Otras las aportamos distintas personas. Todas de nuestra cosecha.

Imagen del puente Cimero. Donde según la tradición se paró el emperador a ver cómo unos pescadores pescaban truchas con linternas.


Chozo típico de los cabreros. La parte inferior está construida con piedras. El techo está formado por un entramado de palos recubiertos de escobas (retamas).



La abundancia de agua en las fechas del viaje, junto con la variedad de flora característica de aquella época en el valle, debió despertar más de una mirada placentera en aquel otoño del 56.

Presentándonos

Este blog quiere poner a disposición de quienes se acerquen a leerlo aquellos relatos, trabajos, investigaciones... que nuestro pequeño alumnado día a día va creando. La mayoría son redacciones que presentan en clase, valoraciones de libros que leen y exponen a sus compañeros, recreaciones de experiencias de su localidad, Tornavacas, y su valle, del Jerte.

El primer trabajo que queremos subir está realizado conjuntamente por todos los compañeros/as de 4º, 5º y 6º de Primaria. Con él participamos en un concurso en otoño. Que no ganamos. Pero que nos permitió, sobre todo, reflexionar cómo se elaboraba un texto complejo, buscar fuentes de información diversas, recorrer las calles de nuestro pueblo con una mirada diferente, trabajar codo con codo en clase y fuera de ella para al final, obtener un trabajo del que nos sentimos orgullosos de haber logrado.

Aquí os lo dejamos para que podáis disfrutarlo con nosotros.